Los antecedentes del teatro de sombras datan de la prehistoria, cuando el hombre primitivo, hacía sombras con su cuerpo y manos, frente a las fogatas.
Ya en el siglo IVaC, en el Mito de la Caverna, de Platón, las sombras adoptan un carácter de referencia de la realidad del ser. Suponen la imagen del mundo de las ideas, trascendiendo lo que podemos percibir con los sentidos.
Las primeras manifestaciones de esta modalidad de artes escénicas provienen de India y China.
Las sombras poseen connotaciones mágicas en casi todas las culturas, despertando los sueños, el subconsciente, el espíritu. Estas formas inestables invitan al la imaginación y creación, estimulando la fantasía. Por ello, las sombras representan historias de fuerte contenido fantástico, por la capacidad de mutar, de insinuar sin dejar ver, deformar la realidad. La sombra es intocable, permanece en un plano ajeno.